sábado, 8 de junio de 2013

Omega, II Parte


***

No había logrado dormir nada más que una hora demasiado ansiosa por el reencuentro, se había enfundado en unos vaqueros y un fino sweater de algodón azul junto a sus inseparables botas, luego había bajado a la sala donde había encontrado a Dana tomando café así que se había sentado junto a ella y conversado amenamente cosa que le había permitido enterarse de muchas cosas que habían pasado a lo largo de los nueve años de ausencia, su estomago había gruñido ruidosamente y Dana le había sonreído divertida mientras la guiaba a la cocina y la dejaba a sus anchas mientras ella regresaba a la sala.
Ahora estaba completamente paralizada, Ben O’ Brian su amor platónico de la adolescencia estaba frente a ella viéndose como el más pecaminoso sueño húmedo que hubiera tenía alguna vez, vaqueros azules, franela blanca, chaqueta negra, músculos y unos hermosos ojos verdes. Trago el mordisco de sándwich que había mordido con algo de dificultad.
-          Hola – su voz fue suave a pesar de sus nervios – soy Tori.
Se dio una palmadita mental por haber salido de su estupidez y poder hablar correctamente, dejo el pan sobre el plato y se volvió hacia el refrigerador guardando todo lo que había utilizado en su lugar, sus manos habían comenzado a sudar y su corazón estaba corriendo ferozmente como si intentara escapar de su pecho. Lo sintió moverse hacia ella y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria antes de girarse para enfrentarlo y por supuesto el había sido más rápido que ella aprisionándola contra la superficie fría del refrigerador. Sus ojos brillaban como dos esmeraldas, parecía un depredador al asecho, con una velocidad pasmosa hundió el rostro en su cuello y lo escucho aspirar con fuerza haciéndola estremecer.
-           Lavanda, vainilla y canela – su voz fue un ronroneo que envió escalofríos desde su columna vertebral extendiéndose por todo su cuerpo hasta sus pies, su nariz se deslizo suavemente por la sensible piel de su cuello poniéndole la piel de gallina, sus ojos se cerraron mientras dejaba escapar un pequeño gemido – mi preciosa, preciosa compañera.
-          ¿Compañera? – fuertes manos rodearon su cintura apretándola contra el duro cuerpo masculino, aspiro el olor almizclado y varonil.
-          Si, compañera…
El fuerte carraspeo la hizo saltar entre sus brazos, en la puerta estaban John y Eileen, Liam y Dana observándolos atentamente y por sus expresiones sorprendidas ella estaba segura de lo incomodo y bochornoso de la situación, se removió incomoda intentado liberarse del férreo abrazo pero solo consiguió que se apretara mas en torno a su cintura.
-          ¿Ben, hijo? – Eileen parecía preocupada y ella también comenzaba a preocuparse ¿Había escuchado bien? ¿Ben había dicho que ella era su compañera?
-          Ben, aléjate un poco hijo – la única respuesta fue un bajo gruñido y Tori no pudo evitar temblar aunque esta vez había algo de miedo en la acción… el pareció notarlo porque aspiro una última bocanada de aire antes de comenzar a alejarse de ella lentamente, sus ojos estaban ahora de un intenso color dorado – muy bien, Tori acércate hasta aquí lentamente.
Ella se movió lentamente lejos de Ben, su corazón se apretó y por un momento vacilo pero una mirada a John le dijo que lo mejor era alejarse. Se detuvo a un lado de Dana que estaba más cercana a la puerta, Ben sacudió la cabeza como si saliera de alguna especie de trance, sus miradas volvieron a encontrarse y sus ojos ahora verdes se clavaron en su alma manteniéndola en su lugar sin poder apartar la mirada de él… ella lo amaba, después de tantos años seguía amándolo y su amor platónico de adolecentes se había convertido en el amor de una mujer madura por el hombre que siempre había estado presente en sus pensamientos.


***

Había perdido el control, el aroma de su compañera lo había envuelto tanto que su autocontrol se había ido de paseo. Esos hermosos ojos azules lo miraban con clara confusión y eso solo la hacía aun más adorable, su compañera era la tímida Tori, la hija adolecente de quince años de los Evans los amigos de sus padres, la que había ignorado deliberadamente años atrás… tenso la mandíbula al apretar los dientes para evitar gruñir de irritación, porque justo ahora quería patearse así mismo por dejar de lado a su compañera, muchos Were no lograban encontrar a sus parejas predestinadas y el no solo la había ignorado por completo, deliberadamente y con alevosía la había olvidado.
-          No pretendía asustarte Tori – pudo notar la duda en su voz, estaba claro que intentaba auto convencerse a sí mismo – yo solo perdí el control, enserio lo siento.
-          Está bien – hizo una mueca al escuchar su voz trémula – me alegra verte Eileen – ella se giro a abrazar a su madre, se quedo estático mientras la veía abrazar a su padre y hermano… el sentimiento de posesividad bullendo en su interior.
-          Bienvenida querida, este fin de semana tendremos una barbacoa para darte la bienvenida a la manada.
-          Eso es maravilloso Eileen, gracias.
-          ¿Quién quiere un delicioso café? – el entusiasmo de Dana termino por suavizar la situación… así que unos minutos después estaban en la sala todos reunidos tomando café mientras hablaban y reían.
Ben se dedico a observar a su compañera con detenimiento, la manera en la que su pequeña nariz se arrugaba, los hoyuelos en las mejillas al reírse, su suave voz, todo en ella lo llamaba a reclamarla de inmediato. Necesitaba estar a solas con Victoria para que así pudieran conocerse un poco más, ansiaba marcarla como suya, acoplarse con su pareja predestinada. No era nada extraño que al encontrar a sus compañeras los Were se acoplaran enseguida y más si ellas estaban al tanto de su condición y Tori lo estaba puesto que era hija de un miembro de la manada… para efectos prácticos ellos ya estaban casados.
-          Eres un Omega – el silencio cayó como una pared de ladrillos sobre la estancia, Ben miro a su padre pero este mantenía la mirada fija en Tori.
-          ¿Omega? ¿Qué significa?
-          Los Omegas son sumamente especiales dentro de la manada, fortalecen los lazos haciéndola aun más fuerte… y a menudo son poseedores de un don, lo que los hace aun más especiales... hace mas de cien años que no nace uno, pero aquí estas tu y eres un Omega.
-          Pero soy humana.
-          Lo sé, todos los Omegas son humanos originalmente Tori y su poder se duplica al ser convertidos en Weres y acoplarse con una pareja.
-          Yo… no sé qué decir… ¡Wow!
-          Estoy honrado con tu regreso a la manada y tu integración a la familia como una nueva hija – Tori se removió incomoda en su sitio y enrojeció profundamente, la mirada de Ben sobre ella era intensa y persistente. Ella era un Omega, rara, única y hermosa como una joya extremadamente preciosa y era suya.
-          Vaya… – Eileen salto en su asiento – sabía que había algo muy especial en ti.
-          Ya veo – su voz fue apenas un susurro, parecía sobrecogida por las emociones y el no pudo evitar removerse incomodo en su lugar, sus manos picaban por tocarla, sus brazos dolían por abrazarla… aun no la había reclamado pero para él era más que obvio lo posesivo que podía llegar a tornarse con respecto a ella, lo sobre protector que podría llegar a ser ahora mucho más que sabía que era un Omega… si los renegados se enteraban de esto no dudarían en ir contra ella, llevársela y lastimarla y eso era algo que no permitiría.
Las mujeres se enfrascaron en una nueva conversación y no pudo evitar gimotear descontento por no poder estar a solas con su compañera, su padre y Liam notaron su estado de ánimo y rápidamente se llevaron a sus mujeres fuera de la sala dejándolos por fin solos. El silencio se extendió por un largo momento antes de que carraspeara aclarando su garganta.
-          Lamento mucho lo que sucedió en la cocina.
-          Deberías dejar de disculparte tanto Ben, no sucedió nada – ella le estaba sonriendo con dulzura, la comprensión patente en su mirada – estaba enamorada de ti ¿sabes? – la miro confundido – cuando tenía quince años, estaba loca por ti… pero tú solo tenias ojos para Cindy.
-          Lo sé – resoplo disgustado, entendía su reacción ahora, su escepticismo por su proclamación de que ya la amaba, así era entre los miembros de la manada… amor a primera vista y para siempre – lamento haber tenido mi cabeza dentro de mi culo tanto tiempo ¡Dios! Quiero patearme el trasero por lastimarte, por no verte hace nueve años.
-          Creo que fue lo mejor – la miro incrédulo ¿De qué rayos hablaba? – era una mocosa de quince años… regrese a Great Falls porque quería vivir donde nací, el lugar en el que mis padres fueron tan felices y juro que estaba segura de haberte superado, que ese amor platónico adolecente estaba completamente olvidado… ahora me doy cuenta de que ese amor solo se ha incrementado y ha madurado, porque mis sentimientos ahora son los de una adulta.
-          Tori… yo, gracias… – se movió mas cerca de ella acomodándose a su lado en el sofá de dos plazas – juro que no voy a desaprovechar esta oportunidad… eres mi compañera predestinada Tori y me muero por marcarte justo ahora, puede sonar rudo pero es lo que siento.
-          Me alegra que siempre digas lo que piensas, nunca me mientas Ben, no me ocultes cosas o me sentiré traicionada.
-          Nunca – Tori mordió su labio inferior, deseo y genuina curiosidad brillando en su mirada – yo podría comportarme como un imbécil sin sentimientos, llevarte a la habitación mas cercada y hundirme en tu calor – ella dio un gritito ahogado y el no pudo evitar sonreír, se movió con rapidez tomándola de la cintura y sentándola a horcajadas sobre su regazo – pero creo que primero debemos tener una cita.
-          ¿Cita? – su sonrisa se hizo más amplia al ver su mohín de disgusto, pero enserio quería hacerlo lo mejor posible para ella así que lo mejor que podría hacer era guardarse sus pensamientos pervertidos y dejar de pensar con la cabeza que tenia entre las piernas.
-          Si, una cita… hay una feria en la ciudad ¿Qué tal si subes por una chaqueta y vamos a comer algodón de azúcar – aparto un mechos de cabello sedoso de su rostro acariciando su mejilla en el proceso gimiendo feliz cuando ella inclino su rostro hacia su mano en señal clara de sumisión… deslizo sus manos por su cuello acercando su rostro aun mas al suyo, sus bocas se encontraron en el primer beso de muchos, su lengua acaricio su labio inferior haciéndola jadear y abrir la boca, sus lenguas se encontraron y su sabor exploto en su boca dulce y picante mientras profundizaba el beso saqueando su boca con pasión.
Movió sus manos por sus hombros acariciando sus brazos, removió la tela del sweater sobre su estomago apretando la suave piel de su cintura y acariciándola en suaves círculos haciéndola arquearse sobre su regazo, podía sentir el calor emanando de su centro mientras el olor de su excitación se hacía más y más fuerte… usando el escaso autocontrol que le quedaba como ancla abandono la deliciosa boca no sin antes dejar un par de castos besos… la respiración entrecortada, el sonrojo en sus mejillas y los ojos de Tori oscurecidos por el deseo no ayudaban en nada a su deseo de comportarse como un caballero.
-          Ve por una chaqueta – su voz ronca le pareció desconocida, ella bajo de su regazo y corrió escaleras arriba desapareciendo de su vista eso le dio oportunidad de serenarse y aplacar a su amigo que estaba presto para jugar, quería hacer las cosas bien y tomarla en la sala de la casa de sus padres definitivamente no era la mejor idea.
La llevaría a la feria que había llegado a la ciudad para una cita y luego la traería de regreso sana y salva a casa de sus padres, este sábado podría presentarla oficialmente como su compañera a la manada en la barbacoa de bienvenida pero para eso faltaban un par de días… tal vez al día siguiente podría llevar a conocer su casa después de todo ahora también seria de ella, si ese era un buen plan, el no era un tipo romántico y estaba más que claro que no podría llevarla frente a todos los lobos solteros de la manada sin reclamarla pero bien podría esperar un poco mas y tener un par de citas, se las debía por ignorarla nueve años atrás…

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