Capitulo Único
Correr
siempre alivia mi tensión o por lo menos disipa mis molestias, justo como
ahora, había tenido una semana de perros, empezando por el hecho de que había
tenido un nuevo encontronazo con mi jefe de unidad, Paul me ponía de los
nervios cada vez que cuestionaba cualquier cosa que hacía o decía ¿Qué rayos le
pasaba? Yo no podía comprenderlo ¿Cuál era su maldito problema? Bien, aun no lo
sabía.
El
sujeto había sido grosero y cortante desde que nos habíamos conocido ocho meses
atrás cuando había ingresado a la unidad de homicidios del departamento de
policía de nueva york, gracias a una excelente promoción, no era como si yo hubiera matado a su perro y
bailado sobre sus huesos ¡Jesús!, ni siquiera lo conocía, jamás lo había visto
en mi vida antes de conocerlo mi primer día de trabajo, pero por alguna extraña
razón que aun no lograba dilucidar el sujeto me odiaba y no se molestaba en
ocultarlo…
Imbécil
Vivir
en Nueva York estaba resultando ser una buena decisión, ocho meses después de
aceptar un nuevo puesto en el departamento de policía estaba más que feliz,
aunque mi jefe de unidad fuera un asno todo lo demás estaba bien, ahora corría
por el parque central bastante cerca de mi nuevo hogar en Manhattan,
después de la muerte de mis padres adoptivos había decidido empezar de nuevo en
otra ciudad, así que había tomado el fideicomiso que había heredado mis padres
y había comprado una casa cerca del museo metropolitano de arte y bastante
cerca del parque.
Quería
estar cerca de la naturaleza aunque viviera en la gran manzana, desde pequeña
siempre había tenido esta imperiosa necesidad de estar cerca de la naturaleza,
sentía una gran afinidad con ella y nunca lo había cuestionado.
Corrí
con algo más de fuerza, mi pecho ardía y los músculos de mis piernas comenzaban
a protestar pero ese era el efecto que buscaba después de la peor semana de mi
vida, acelere aun más el paso, el sudor se escurría por mi cuerpo, vigorizante…
Sinceramente
estaba comenzando a plantearme si podría cometer un asesinato y pasarlo como un
accidente, pero ese era otro tema.
Estaba
muy orgullosa de todo lo que había logrado con apenas veintiséis años, también
agradecida con mis padres por alentarme siempre, por estar allí para mi, nunca
me había importado ser adoptada, jamás he querido encontrar a mis padres
biológicos o conocer su historia y la mía por descontado, sentía que no valía
la pena remover el pasado cuando a ellos no les importaba y a mi sinceramente
no me había afectado.
No
es que fuera cínica ni mucho menos, era solo que había aprendido a aceptar las
cosas buenas y malas en mi vida, vivir con ellas y convertirme en un buen ser
humano era siempre mi reto a vencer cada día y estaba bien con ello.
Había
tenido unos padres maravillosos y había logrado todo lo que me había propuesto
y eso estaba más que bien para mí, me había convertido en detective porque
deseaba dejar algo bueno en el mundo, además mi padre había sido un condecorado
oficial y estaba feliz de honrarlo.
Me
detuve cerca del estacionamiento, estirando mis músculos, esperando que mi
cuerpo se enfriara antes de montar en mi auto, si, definitivamente no podía
quejarme de mi vida a pesar del jefe de pesadilla… las calles comenzaban a
tomar vida, eran las seis de la mañana y no podía ser de otra manera en una
ciudad tan grande como esta, a pesar del ajetreo diario las cosas estaban bien,
definitivamente era más grande y caótica que Seattle pero podía adaptarme…
*/*/*
La
puerta de mi habitación se cerró a mi espalda mientras me quitaba la sudada
ropa deportiva lanzándola al cesto de la ropa sucia junto con mi ropa interior,
el agua caliente relajo la tensión de mi espalda y hombros, deje escapar un
lento suspiro de placer mientras enjuagaba el jabón de mi cuerpo al igual que
el champú en mi cabello.
Me
vestí con rapidez, pantalones negros pitillos, sweater azul oscuro de algodón y
mis inseparables botas, deje escapar una sonrisa ante el pensamiento de que
estaba vistiéndome para sobrevivir a la guerra, afortunadamente mis botas
favoritas no tenían tacón, me mire detenidamente en el espejo, estaba
consciente de que no era una mujer poco agraciada o algo parecido. Mi genética
era buena supongo, mi madre solía decirme que parecía que tenía sangre
irlandesa en mis venas, yo sinceramente lo dudaba.
Pase
las manos por mi largo cabello rojo, tal vez tendría que cortarlo un poco
puesto que estaba tan largo que fácilmente podría sentarme sobre él, observe
detenidamente la imagen que me devolvía el espejo, mis ojos azules siempre
resaltaban gracias a mi cabello rojo y piel blanca, era extraño y muchas veces
las personas no me creían, pero jamás me había pintado el cabello, era
pelirroja natural… mi celular vibro sobre la mesita de noche, el ruido contra
la manera me saco de mi ensoñación.
-
Carson
-
Hora de trabajar preciosa, reunión con
el jefe hoy – puse los ojos en blanco
mientras escuchaba el tono, el idiota de Dominic siempre hacia lo mismo, no
podía haberme tocado un compañero más estúpido…
-
Idiota – deje el teléfono sobre la cama,
acomode la sobaquera sobre mis hombros y torso ajustándola en su lugar, revise
el seguro de mi arma, asegurándome de que estuviera cargada antes de colocarla
en la funda al costado de mi cuerpo debajo de mi brazo izquierdo.
Acomode
mi placa e identificación en la cintura de mis pantalones, trence mi cabello,
tome mi chaqueta, teléfono y las llaves de mi jeep antes de caminar a la
cocina.
Una
barra de granola y un vaso y un vaso de jugo de mora, no toleraba el café, no
era lo mejor para mi estomago… rápidamente estaba en mi auto camino a la
estación, por lo menos me consolaba el hecho de que ya era viernes y tendría
todo el fin de semana para olvidarme del trabajo, de mi espantoso jefe y los
locos criminales de la ciudad.
A
veces puedo llegar a sentir que tal vez me hubiera ido mejor si me hubiera dedicado
a la educación como mi madre pero lo pienso mejor y me doy cuenta de que no
estaba en mi hacerlo, después de todo tenía el carácter de mi padre, aunque ahora
que lo pensaba los ataques de depresión solo me daban cuando tenía algún
encontronazo con el troglodita de mi jefe.
Estacione
en una plaza libre en el estacionamiento y me encamine hacia el edificio, el
transito en la ciudad era pésimo pero valía la pena el trabajo. Guarde la llave
y el teléfono en mis bolsillos traseros, le di un par de asentimiento a modo de
saludo a los compañeros que encontraba por el camino mientras me dirigía hacia
el departamento de homicidios.
Tome
una bocanada de aire, sacudiendo mis hombros antes de tocar la puerta, después
de escuchar el “adelante” entre a la oficina completamente alerta, con Paul
Anderson nunca sabía a qué atenerme.
-
Te tomo tiempo – cerré la puerta y me
apoye en ella, metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta apretándolas en
puños mientras me tragaba un bufido, no quería discutir de nuevo, por lo menos
no tan pronto, hacía apenas un par de días atrás habíamos tenido una discusión
un tanto extraña y aunque ciertamente me costaba contener la lengua cuando este
individuo me provocaba, tenía la sensación de que lo hacía a propósito y que
además lo disfrutaba así que en adelante procuraría ignorarlo a menos que
tuviera algo que decir con respecto al trabajo.
-
Lamento la tardanza, el trafico esta
algo pesado – me dio un seco asentimiento y pude relajarme solo un poco,
Dominic me dio un pequeño empujón mientras sonreía y no pude evitar devolverle
el gesto, en todo este tiempo que llevaba aquí nos habíamos hecho amigos, era
un gran tipo, aunque unas tantas veces fuera tonto o me llamara y colgara antes
de que pudiera contestarle como quisiera, era como un niño grande.
No
le preste mucha atención a lo que se decía en la oficina, tenía la sensación de
que algo estaba pasando, era como si fuera a suceder algo extremadamente
importante o transcendental en mi vida, sentía algo extraño en el aire pero no
sabía definirlo muy bien, tal vez solo era la contaminación ambiental o el
cambio de ciudad, a veces podía ser bastante fantasiosa.
Aunque
esta sensación no abandonaba la boca de mi estomago, además mis instintos no
solían equivocarse, mordí mi labio inferior con fuerza desviando la mirada
hasta mis zapatos ¡Dios! Tal vez estaba siendo una paranoica sin sentido.
El
fuerte carraspeo me trajo de nuevo al presente, levante la mirada solo para
encontrarme con unos ojos negros demasiado enfadados, sentí el calor recorrer
mis cuello y agolparse en mis mejillas, apreté con más fuerza los puños dentro
de mi chaqueta y desvié la mirada no muy cómoda con la situación.
Dominic
solía bromear conmigo sobre la tensión sexual que había entre el jefe y yo pero
sinceramente no creía que fuera cierto ¿Por qué me gustaría un sujeto tan
irritante como ese? No importaba que tan sexy y violable se viera, era un
imbécil pomposo que hacía de mi vida un infierno.
Salimos
de la oficina directo a un par de llamadas, trabajo, concentrarme en lo que
mejor sabia hacer era una excelente manera de olvidarme de los problemas,
además guardaba la esperanza de que su recelo hacia mí no duraría toda la vida
¿no? Resople, no lo creía tan inmaduro…
*/*/*
La
llamada respondía a un asesinato en las casas en filas de Brooklyn, un lugar
lleno de historia pero que ahora se había convertido en la escena de un crimen,
nos estacionamos frente a la casa, las cosas parecían no pintar nada bien.
-
¿Por qué siempre salimos en tu auto? –
me reí de la cara de desconcierto de Dominic, aun no entendía porque seguía
preguntándome la misma cosa una y otra vez, no tenía sentido.
-
Porque mi auto es más funcional…
-
Si claro…
-
Y tiene más estilo – se carcajeo de lo
lindo, negué divertida… avanzamos por la acera mas allá de la cinta amarilla,
serios después de la pequeña broma, era hora de trabajar.
La
escena era dantesca, me estremecí ante tanta sangre ¡maldición! ¿Por qué las
personas tenían que ser tan extrañas? Aun no entendía a los seres humanos y tal
vez jamás lo haría.
Nos
movimos por la casa mientras los forenses y criminalistas hacían lo suyo, era
difícil a pesar de que ya debería estar acostumbrada, una vida siempre era
preciosa y por más que lo intentara no podía evitar sentirme mal por todo esto,
mas aun cuando la víctima era tan joven y llena de vida. Ser detective de
homicidios a veces simplemente apesta.
Cuarenta
y dos puñaladas mostraban un nivel de ensañamiento escalofriante, por no decir
que todo el ataque era demasiado personal para pasar por alto a las personas más
cercanas a ella. Me moví con lentitud por la cocina mirando cuidadosamente todo
a mí alrededor, volví a la sala de estar justo cuando los forenses sacaban el
cuerpo ya metido en la bolsa negra.
Haciéndole
señas a mi flamante compañero quien asintió una vez en mi dirección, subí las
escaleras con lentitud a la segunda planta recorriendo el pasillo hasta la
habitación, todo estaba desordenado y había claros signos de lucha, la
investigación claramente arrojaría que esta chica había hecho lo imposible por
salvar su vida.
Por
el rabillo del ojo capte el movimiento en la ventana y me detuve, obligándome a
relajar mis hombros, camine como si no lo hubiera notado y moví más cerca del
closet aprovechándome de que este estaba cerca de la ventana, podía ver el
brillo del lente de la cámara.
Acaricie
la culata de mi arma antes sacarla y ponerla frente a su cámara, me miro
estupefacto por un segundo, completamente rígido, yo también lo estaba pero era
debido al hecho de moverme tan rápido para no dejarlo escapar.
-
Quiero que dejes la cámara y te muevas
muy lentamente – me miro con enormes ojos azules antes de soltar la cámara y
correr escaleras abajo, guarde mi arma de nuevo en su funda – ¡Demonios!
¡Dominic!
Salte
por la ventana abierta, corriendo escaleras abajo, el ruido de mis pisadas
contra el metal de las escaleras era escandaloso y molesto, salte por la baranda
evitando el último tramo de escaleras aterrizando en la acera y mi tobillo
dolió como nunca.
-
¡Joder! – no me detuve a pensar en el
dolor y solo corrí tras él, escuche claramente a Dominic llamarme a voz de
grito pero no me detuve.
¡Maldición!
Lo
alcance no muy lejos de la casa, lo jale por la chaqueta haciéndolo caer, se
levanto tambaleante así que me afiance con fuerza sobre el suelo en mi pierna
izquierda y aseste una patada en su rostro que lo dejo caer al suelo como un
fardo, el fuerte crack me hizo sonreír.
-
¡Perra! Rompiste mi nariz…
-
Te dije que te movieras lentamente
-
¡Maldición! Corres rápido mujer…
-
Bueno, aquí nuestro amigo quiso pasarse
de listo – llegaron dos agentes, lo esposaron y se lo llevaron, afinque mi pie
derecho y mordí mi labio con fuerza al sentir el latigazo de dolor en mi
tobillo ¡Dios! Parecía que estaba fracturado.
Cojee
de regreso hasta la casa y terminamos lo que estábamos haciendo antes de
regresar a la estación, la cámara del fugitivo estaba llena de fotos de la
escena del crimen e incluso del cuerpo de la víctima, aun no sabían cómo pero
se había colado en nuestra escena y eso no era nada bueno.
En
cuanto estuve en mi oficina, saque el pequeño botiquín de primeros auxilio que
guardaba en el ultimo cajón de mi escritorio, me quite la bota derecha, con
rapidez esparcí algo de relajante muscular en la zona que tanto me dolía y me
puse una venda, no era la mejor manera de tratar con ello pero no tenía tiempo,
volví a ponerme la bota justo en el momento en que Dominic entraba por la
puerta, este sería un largo día.
*/*/*
Me
hundí en la tina completamente, el agua estaba tibia relajando por completo mi
cuerpo, seguía teniendo una venda en mi tobillo pero afortunadamente solo había
sido un esguince, nada grave como una fractura o algo peor. El vapor envolvía
todo el cuarto de baño, cerré los ojos y deje que mi cuerpo fuera a la deriva…
La bruma envolvía mis piernas y sin
embargo la calidez embargaba mi piel mientras caminaba dentro del bosque, los
arboles eran extremadamente verdes y todo estaba lleno de vida, podía escuchar
los suaves arrullos, a los animales caminar por el bosque…
Podía sentir la humedad en mis
pies, entonces pude notar que estaba descalza, un vestido blanco acariciaba
suavemente mi piel, ondeando por la brisa que se filtraba entre los árboles. Me
sentía en paz y por alguna extraña razón estaba segura de que este no era un
sueño…
-
Allegra…
-
¿Hola?
– comencé a caminar entre los arboles intentando encontrar la voz que me
llamaba, mi sentido común me gritaba que me detuviera pero mi cuerpo me parecía
tener vida propia…
-
Allegra…
– camine con algo más de prisa…
-
¿Hola?
Por fin salí del intrincado bosque,
el claro que me recibió estaba coronado por enormes arboles que formaban una
bóveda natural por donde se filtraban rayos solares que iluminaban y creaban
contrastes preciosos en el claro.
-
Allegra…
Mi mirada se poso sobre la figura
frente a mí, a ocho metros de distancia estaba la mujer más hermosa que yo
hubiera visto jamás, rubia, de largos cabellos que danzaban a su alrededor así
como el vestido que llevaba, blanco inmaculado, la naturaleza parecía danzar a
su alrededor complacida.
-
¿Quién
eres? ¿Qué quieres de mí?
-
Quien
soy es algo que descubrirás muy pronto, lo que quiero de ti también lo sabrás antes
de lo que piensas pequeña…
-
Pero…
-
Todo
a su debido tiempo pequeña mía, se acerca el momento…
-
Yo…
-
Nos
veremos pronto Allegra…
La bruma se hizo espesa a mi
alrededor mientras veía claramente como la figura desaparecía ante mis ojos, me
sentí soñolienta y muy débil, todo pareció intensificarse hasta que simplemente
no pude mantenerme consiente…
Abrí
mis ojos lentamente, parpadeando mientras intentaba enfocarme, aun estaba
dentro de la tina en el baño, el agua se había enfriado y el vapor había
desaparecido por completo… la sensación de alerta no abandonaba mi estomago, al
contrario parecía haberse intensificado, bien, solo había sido un sueño, estaba
completamente segura de ello, no sería la primera vez que me sucediera.
Ahora
que lo recordaba había tenido este sueño unas cuatro veces en mi vida desde que
podía recordar, deje escapar un profundo suspiro, aunque esta vez sus palabras
habían sido diferentes…
Se acerca el momento…
¿Qué
quiere decir con ello? Puse los ojos en blanco ¿Por qué le dedicaba más de un
pensamiento a esto? Hacía ya bastante tiempo que no me sucedía, desde niña este
sueño me había perseguido como un constante recordatorio de algo, sentía que
era importante, que no debía olvidarlo… pero ahora estaba comenzando a creer
que me estaba volviendo loca.
-
Estoy volviéndome loca – aclare mi
garganta algo reseca, salí de la bañera y me envolví en una toalla rápidamente
en un intento vano por mantener el calor.
Aun
me quedaba el domingo de descanso antes de unirme de nuevo al trabajo, camine
con lentitud hasta mi habitación y me puse la pijama antes de volver al baño y
lavar mis dientes << Bueno, por lo menos ya
no cojeo >> mi mirada se concentro en el espejo por un
momento estudiando mi rostro, no podía sacar de mi mente el constante
pensamiento de que todas estas sensaciones no eran simplemente paranoia de mi
parte, y ese sueño había sido lo bastante extraño como para ponerme inquieta
nuevamente.
Me
metí bajo las sabanas acurrucándome en mi suave y reconfortable cama, me sentía
cansada y muy, muy soñolienta… cerré los ojos y me deje llevar en los brazos de
Morfeo.
-
Nos
veremos pronto Allegra…
*/*/*
El
sonido incesante de la puerta me saco del trance en el que estaba, solté la
tostada a medio comer sobre el plato y me encamine hacia la puerta de entrada
¿Quién rayos molestaría un domingo en la mañana? Alcance la puerta justo cuando
una nueva oleada de golpes caía sobe la madera, gruñí, esperaba que enserio
fuera importante.
No
era como si yo conociera a alguien más fuera de mis compañeros de trabajo, solo
tenía ocho meses en la ciudad y aun me estaba adaptando así que no había hecho
amigos fuera del trabajo en toda regla.
Abrí la puerta de un tirón y no pude evitar la
mueca de sorpresa en mi rostro al verlo parado en el umbral de mi puerta con
esa extraña expresión de resignación y ansiedad en el rostro, fruncí el seño
confundida una vez que la sorpresa inicial había pasado por completo ¿Qué hacia
Paul bastardo Anderson en mi puerta?
-
¿Qué haces aquí? – sus intensos ojos
negros me miraron fijamente, me sentí sobrecogida ante su mirada y no pude
evitar removerme incomoda en mi lugar, sobre todo cuando repare en cómo estaba
vestida, unos holgados pantalones de yoga negros y una camiseta blanca junto
con mis convers, no era precisamente las fachas que quieres tener cuando tu
jefe te visita y mucho menos aun cuando ese jefe es extremadamente sexy y te
hace tener ciertos sueños húmedos ¡Jesús! Sentía la piel de mi cuello y
mejillas calientes y sabía que era a causa del sonrojo – estoy esperando.
-
Bien, quería hablar contigo – se rasco
la nuca nervioso de una manera tan condenadamente tierna que no pude evitar
mirarlo con suma atención ¿Qué estaba mal conmigo? El hombre había sido un
completo bastardo conmigo durante ocho meses de mierda y ahora estaba en mi
puerta con esa cara de idiota acongojado y yo simplemente lo dejaba hablar ¿Por
qué razón no le tiraba la puerta en la cara? Que se fuera a la mierda, no es
como si le debiera algo fuera del trabajo, con algo de determinación me moví
para cerrar la puerta pero su manaza me lo impidió – por favor…
-
De acuerdo – suspire con fastidio << Débil, débil, débil >> ¿Qué diría mi padre si me viera hacerle
las cosas tan fáciles? Bien, tal vez fue el por favor casi lastimero…
Cerré
la puerta y me apoye en ella mientras lo estudiaba con detenimiento, el hacía
lo mismo con mi sala de estar, Paul era un hombre extremadamente atractivo, de
unos seis pies y tres pulgadas de altura y unos 127 kilos, piel ligeramente
oliva, ojos negros, de rostro fuerte y anguloso, con un cuerpo atlético
maravilloso, si, el sujeto era todo un manjar con piernas << no es que yo lo hubiera estudiado con demasiada
intensidad, casi rayando en el acoso
>> suspire, era una lástima
que fuera tan imbécil.
Paso
sus dedos por ese sedoso cabello y no pude evitar cerrar mis manos en puños,
clavándome las uñas en mis palmas que picaban por ser yo quien lo hiciera, hundir
mis manos en ellos ¡Dios! estaba mal, muy mal.
-
Bien, soy toda oídos – señalo la
estancia con mis preciosos muebles color beige, asentí lentamente y se sentó
mientras yo hacía lo mismo frente a él, no había notado que su cazadora se veía
algo abultada, me encogí de hombros, no era mi problema, lo observe con
verdadera curiosidad mientras el parecía meditar seriamente lo que quería
decirme, fuera lo que fuera parecía bastante serio.
-
Quiero disculparme…
-
De acuerdo…
-
Por favor déjame terminar, sé que no he sido
precisamente el mejor jefe del mundo…
-
Has sido un bastardo por supuesto…
-
Si, por supuesto… – me dio una sonrisa
afectada, mordí mi labio inferior con fuerza en un intento por evitar
devolverle el gesto, mientras esperaba a que continuara ¿Acaso estaba enamorada
de mi jefe? Ocho meses haciéndome la vida imposible, el trabajo más difícil y
ahora resulta que puedo estar enamorada del sujeto << ¿Qué tan raro es eso? >>
Entrelace las manos sobre mi regazo en un inútil intento por mantenerme
serena, estaba segura como el infierno de que eran mariposas lo que sentía en
mi estomago justo ahora.
-
Yo… no debí pagar mis frustraciones
contigo, no tienes la culpa de mis problemas existenciales…
-
No he podido entender, porque pareces
odiarme tanto…
-
No es que te odie, solo estaba un tanto
impactado por…
Tu y el jefe solo tienen una enorme
tensión sexual, deberías aliviarla cariño…
¡Joder!
¿Por qué estaba pensando en las estupideces que dice Dominic?
-
Entiendo… – me había perdido gran parte
de su disculpa, era algo que él no tenía porque saber, abrió su chaqueta y
extrajo una carpeta marrón, bueno, ahora sabia porque su chaqueta se veía tan
abultada, tenía una bonita franela gris que se adhería a su piel de una manera
deliciosa << Concéntrate >> enfoque
la mirada en la carpeta porque definitivamente era algo seguro, fruncí el seño
confundida, conocía la carpeta después de todo trabajábamos a diario con ellas.
-
Quiero que le eches un vistazo – abrí la
carpeta y no pude evitar jadear de la impresión al leer el contenido…
¡Dios!
Tenía un jodido acosador, fotos tras fotos y todo un informe sobre el sujeto
que se había colado en nuestra escena del crimen, lo enviaron a seguirme pero
decidió que ya que estaba allí bien podría obtener algo con las fotos inéditas
y más al enterarse del nombre de nuestra víctima.
Retorcido
y enfermo ¡Jesús! Mi estomago se revolvió al instante, habían fotografías
incluso de cuando corría por el parque central o las que había tomado cuando me
sentaba en la ventana de mi habitación a leer cada vez que podía,
escalofriante, sin perder tiempo corrí hacia la papelera más cercana, la de la
cocina y vacié mi estomago.
Sus
manos tomaron mi cabello evitando que lo ensuciara, había olvidado que lo tenía
suelto, mi estomago se sacudió cuando mi espalda se arqueo con una nueva
arcada, veíamos esto todos los días en el trabajo pero jamás pensé que me
sucedería a mí, alguien estaba vigilándome…
-
Gracias – mi voz fue apenas un murmullo
entrecortado, me levante del suelo y enjuague mi boca en el fregadero, moje mi
rostro unas tres veces antes de poder calmarme un poco.
-
Lamento haberlo ocultado por tanto
tiempo – me gire bruscamente para enfrentarlo, levante una ceja cuestionándolo
– recibimos algunas cartas un tanto extrañas dirigidas a ti, luego comenzaron
las llamadas y finalmente…
-
¿Hace cuanto?
-
Un mes más o menos…
-
Y hasta ahora me lo dices, hay un jodido
enfermo acechándome y no te pareció importante decírmelo… sí que me odias…
-
Muchos de nosotros hemos recibido este
tipo de amenazas, no pensamos que sería algo a tomar enserio…
-
Claro…
-
Sabes cuantos locos hay en nueva york,
cientos…
-
Esto es increíble, quiero que te vayas…
– salí de la cocina como un bólido y con tan mala suerte que golpee mi dedo
meñique con el marco de la puerta – ¡Joder!
Estaba
furiosa ¿Con que derecho me ocultaban algo tan importante? Entre a mi
habitación y fui directamente al baño, tenía un asqueroso sabor acido en mi
lengua, me cepille casi con violencia y volví a lavarme el rostro casi con
desesperación.
No
era suficiente, me sentí sucia, ultrajada, violada en una forma escalofriante, el
agua en mis brazos y cuello no ayudo en nada así que me quite la ropa con
rapidez y me metí bajo la ducha, restregando mi piel, intentando sacar el sucio
de ella aunque sabía que por ahora no había llegado a más…
Me
enrolle en una toalla y salí del baño un poco más tranquila, mi mente un solo
un poco mas despejada, necesitaba saber que era lo que estaba pasando y quién
demonios me estaba acosando, me puse ropa interior limpia y una enorme sudadera
vieja de mi padre que me llegaba a las rodillas, peine mi cabello y baje de
nuevo dispuesta a prepararme cualquier cosa que relajara mis nervios.
-
Un te servirá – bueno por lo menos todo
esto había servido para limar algo de asperezas con Paul, aunque no era como si
fuera a perdonar el que me ocultara algo tan serio y no importaba que tan lindo
fuera o las mariposas en mi estomago.
Me
detuve en seco al verlo aun en mi sala, sentado en mi sofá con el rostro
hundido en sus manos pareciendo miserable, juraba que se había marchado después
de que se lo escupí casi en el rostro, me cruce de brazos en un intento inconsciente
por protegerme, sabia lo débil que podía volverme cuando él estaba así como
ahora con la guardia baja…
-
Creí haber sido muy clara, quiero que te
vayas…
-
Lo siento de acuerdo, nadie más que yo
siente que todo haya llegado hasta este punto… el jefe quien resulta ser
también mi padre ya me dio el mayor sermón de mi vida, me siento culpable
¡Maldición! No pensé…
-
Exacto, no pensaste… entiendo que me
odies, tal vez por alguna clase de filosofía de “todas las mujeres son como mi
ex esposa” o alguna otra mierda auto protectora… lo que no acepto es que
ocultaras algo tan serio que me atañe a mi directamente, que me afecta tan
duramente y pone en riesgo mi vida…
-
¡Quería protegerte! – mis ojos se
abrieron como platos, mi corazón se acelero de tal modo que lo podía sentir en
mi garganta – solo quiero que estés a salvo…
-
Pero…
-
Se supone que hay una política dentro
del departamento, soy tu supervisor inmediato y créeme no se vería nada bien
que anduviera detrás de una subordinada… por eso mantenía las distancias…
-
¿Por eso te portabas como un bastardo?
-
Yo…
-
Sabes lo infantil que es eso, me
comporto como un imbécil porque me gustas, eso es tan estúpido ¿en qué demonios
estabas pensando? ¡Jesús! ¿Por lo menos estabas pensando? Has sido un pendejo
todo este tiempo y ahora me dices que te gusto, permíteme dudarlo…
-
Allegra… yo…
-
Es mejor que te vayas Paul, quisiera que
me dieras la oportunidad de investigar a fondo quien esta acechándome…
-
Bien, Alle…
-
Vete por favor…
Desaparecí
dentro de la cocina y mientras ponía el agua sobre la cocina para preparar el
te escuche como se cerraba la puerta del frente. Tal vez me estaba comportando
como una tonta pero justo ahora no quería ser comprensiva, el había hecho de mi
vida un infierno solo porque no tenía los pantalones suficientes para decirme
que le atraía ¿Qué edad tenia? ¿Quince?
Tal
vez luego me arrepentiría de echarlo de mi vida pero justo ahora estaba
demasiado dolida como para darle una oportunidad, por su estupidez de macho
alfa yo había terminado con un acechador furioso y escalofriante ¿Cómo podía
siquiera pensar que yo podría creerle cualquier cosa justo ahora?
Respire
profundamente, por ahora tenía cosas más importantes en las que concéntrame,
mis extraños sueños y esta sensación tan apremiante de que algo estaba por
suceder, algo iba a cambiar y no estaba segura de que exactamente, el adaptarme
a mi nueva vida en la ciudad, la lucha contra los sentimientos que tenia por
Paul y ahora para completar el cuadro, un acosador.
Tenía
mi plato lleno, pero también tenía claras mis prioridades y justo ahora definir
lo que sea que Paul y yo tuviéramos no era precisamente necesario, un hombre
que tuviera tan serios problemas con el género femenino después de un divorcio
no era precisamente la mejor compañía, sobre todo cuando este parecía estar más
confundido que yo.
Estoy en la dimensión desconocida…
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