sábado, 8 de junio de 2013

Enigma... Un Instante Mágico, I Parte

Capitulo Único


Correr siempre alivia mi tensión o por lo menos disipa mis molestias, justo como ahora, había tenido una semana de perros, empezando por el hecho de que había tenido un nuevo encontronazo con mi jefe de unidad, Paul me ponía de los nervios cada vez que cuestionaba cualquier cosa que hacía o decía ¿Qué rayos le pasaba? Yo no podía comprenderlo ¿Cuál era su maldito problema? Bien, aun no lo sabía.
El sujeto había sido grosero y cortante desde que nos habíamos conocido ocho meses atrás cuando había ingresado a la unidad de homicidios del departamento de policía de nueva york, gracias a una excelente promoción,  no era como si yo hubiera matado a su perro y bailado sobre sus huesos ¡Jesús!, ni siquiera lo conocía, jamás lo había visto en mi vida antes de conocerlo mi primer día de trabajo, pero por alguna extraña razón que aun no lograba dilucidar el sujeto me odiaba y no se molestaba en ocultarlo…
 Imbécil
Vivir en Nueva York estaba resultando ser una buena decisión, ocho meses después de aceptar un nuevo puesto en el departamento de policía estaba más que feliz, aunque mi jefe de unidad fuera un asno todo lo demás estaba bien, ahora corría por el parque central bastante cerca de mi nuevo hogar en Manhattan, después de la muerte de mis padres adoptivos había decidido empezar de nuevo en otra ciudad, así que había tomado el fideicomiso que había heredado mis padres y había comprado una casa cerca del museo metropolitano de arte y bastante cerca del parque.
Quería estar cerca de la naturaleza aunque viviera en la gran manzana, desde pequeña siempre había tenido esta imperiosa necesidad de estar cerca de la naturaleza, sentía una gran afinidad con ella y nunca lo había cuestionado.
Corrí con algo más de fuerza, mi pecho ardía y los músculos de mis piernas comenzaban a protestar pero ese era el efecto que buscaba después de la peor semana de mi vida, acelere aun más el paso, el sudor se escurría por mi cuerpo, vigorizante…
Sinceramente estaba comenzando a plantearme si podría cometer un asesinato y pasarlo como un accidente, pero ese era otro tema.
Estaba muy orgullosa de todo lo que había logrado con apenas veintiséis años, también agradecida con mis padres por alentarme siempre, por estar allí para mi, nunca me había importado ser adoptada, jamás he querido encontrar a mis padres biológicos o conocer su historia y la mía por descontado, sentía que no valía la pena remover el pasado cuando a ellos no les importaba y a mi sinceramente no me había afectado.
No es que fuera cínica ni mucho menos, era solo que había aprendido a aceptar las cosas buenas y malas en mi vida, vivir con ellas y convertirme en un buen ser humano era siempre mi reto a vencer cada día y estaba bien con ello.
Había tenido unos padres maravillosos y había logrado todo lo que me había propuesto y eso estaba más que bien para mí, me había convertido en detective porque deseaba dejar algo bueno en el mundo, además mi padre había sido un condecorado oficial y estaba feliz de honrarlo.
Me detuve cerca del estacionamiento, estirando mis músculos, esperando que mi cuerpo se enfriara antes de montar en mi auto, si, definitivamente no podía quejarme de mi vida a pesar del jefe de pesadilla… las calles comenzaban a tomar vida, eran las seis de la mañana y no podía ser de otra manera en una ciudad tan grande como esta, a pesar del ajetreo diario las cosas estaban bien, definitivamente era más grande y caótica que Seattle pero podía adaptarme…


*/*/*

La puerta de mi habitación se cerró a mi espalda mientras me quitaba la sudada ropa deportiva lanzándola al cesto de la ropa sucia junto con mi ropa interior, el agua caliente relajo la tensión de mi espalda y hombros, deje escapar un lento suspiro de placer mientras enjuagaba el jabón de mi cuerpo al igual que el champú en mi cabello.
Me vestí con rapidez, pantalones negros pitillos, sweater azul oscuro de algodón y mis inseparables botas, deje escapar una sonrisa ante el pensamiento de que estaba vistiéndome para sobrevivir a la guerra, afortunadamente mis botas favoritas no tenían tacón, me mire detenidamente en el espejo, estaba consciente de que no era una mujer poco agraciada o algo parecido. Mi genética era buena supongo, mi madre solía decirme que parecía que tenía sangre irlandesa en mis venas, yo sinceramente lo dudaba.
Pase las manos por mi largo cabello rojo, tal vez tendría que cortarlo un poco puesto que estaba tan largo que fácilmente podría sentarme sobre él, observe detenidamente la imagen que me devolvía el espejo, mis ojos azules siempre resaltaban gracias a mi cabello rojo y piel blanca, era extraño y muchas veces las personas no me creían, pero jamás me había pintado el cabello, era pelirroja natural… mi celular vibro sobre la mesita de noche, el ruido contra la manera me saco de mi ensoñación.
-          Carson
-          Hora de trabajar preciosa, reunión con el jefe hoy  – puse los ojos en blanco mientras escuchaba el tono, el idiota de Dominic siempre hacia lo mismo, no podía haberme tocado un compañero más estúpido…
-          Idiota – deje el teléfono sobre la cama, acomode la sobaquera sobre mis hombros y torso ajustándola en su lugar, revise el seguro de mi arma, asegurándome de que estuviera cargada antes de colocarla en la funda al costado de mi cuerpo debajo de mi brazo izquierdo.
Acomode mi placa e identificación en la cintura de mis pantalones, trence mi cabello, tome mi chaqueta, teléfono y las llaves de mi jeep antes de caminar a la cocina.
Una barra de granola y un vaso y un vaso de jugo de mora, no toleraba el café, no era lo mejor para mi estomago… rápidamente estaba en mi auto camino a la estación, por lo menos me consolaba el hecho de que ya era viernes y tendría todo el fin de semana para olvidarme del trabajo, de mi espantoso jefe y los locos criminales de la ciudad.
A veces puedo llegar a sentir que tal vez me hubiera ido mejor si me hubiera dedicado a la educación como mi madre pero lo pienso mejor y me doy cuenta de que no estaba en mi hacerlo, después de todo tenía el carácter de mi padre, aunque ahora que lo pensaba los ataques de depresión solo me daban cuando tenía algún encontronazo con el troglodita de mi jefe.
Estacione en una plaza libre en el estacionamiento y me encamine hacia el edificio, el transito en la ciudad era pésimo pero valía la pena el trabajo. Guarde la llave y el teléfono en mis bolsillos traseros, le di un par de asentimiento a modo de saludo a los compañeros que encontraba por el camino mientras me dirigía hacia el departamento de homicidios.
Tome una bocanada de aire, sacudiendo mis hombros antes de tocar la puerta, después de escuchar el “adelante” entre a la oficina completamente alerta, con Paul Anderson nunca sabía a qué atenerme.
-          Te tomo tiempo – cerré la puerta y me apoye en ella, metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta apretándolas en puños mientras me tragaba un bufido, no quería discutir de nuevo, por lo menos no tan pronto, hacía apenas un par de días atrás habíamos tenido una discusión un tanto extraña y aunque ciertamente me costaba contener la lengua cuando este individuo me provocaba, tenía la sensación de que lo hacía a propósito y que además lo disfrutaba así que en adelante procuraría ignorarlo a menos que tuviera algo que decir con respecto al trabajo.
-          Lamento la tardanza, el trafico esta algo pesado – me dio un seco asentimiento y pude relajarme solo un poco, Dominic me dio un pequeño empujón mientras sonreía y no pude evitar devolverle el gesto, en todo este tiempo que llevaba aquí nos habíamos hecho amigos, era un gran tipo, aunque unas tantas veces fuera tonto o me llamara y colgara antes de que pudiera contestarle como quisiera, era como un niño grande.
No le preste mucha atención a lo que se decía en la oficina, tenía la sensación de que algo estaba pasando, era como si fuera a suceder algo extremadamente importante o transcendental en mi vida, sentía algo extraño en el aire pero no sabía definirlo muy bien, tal vez solo era la contaminación ambiental o el cambio de ciudad, a veces podía ser bastante fantasiosa.
Aunque esta sensación no abandonaba la boca de mi estomago, además mis instintos no solían equivocarse, mordí mi labio inferior con fuerza desviando la mirada hasta mis zapatos ¡Dios! Tal vez estaba siendo una paranoica sin sentido.
El fuerte carraspeo me trajo de nuevo al presente, levante la mirada solo para encontrarme con unos ojos negros demasiado enfadados, sentí el calor recorrer mis cuello y agolparse en mis mejillas, apreté con más fuerza los puños dentro de mi chaqueta y desvié la mirada no muy cómoda con la situación.
Dominic solía bromear conmigo sobre la tensión sexual que había entre el jefe y yo pero sinceramente no creía que fuera cierto ¿Por qué me gustaría un sujeto tan irritante como ese? No importaba que tan sexy y violable se viera, era un imbécil pomposo que hacía de mi vida un infierno.
Salimos de la oficina directo a un par de llamadas, trabajo, concentrarme en lo que mejor sabia hacer era una excelente manera de olvidarme de los problemas, además guardaba la esperanza de que su recelo hacia mí no duraría toda la vida ¿no? Resople, no lo creía tan inmaduro…


*/*/*


La llamada respondía a un asesinato en las casas en filas de Brooklyn, un lugar lleno de historia pero que ahora se había convertido en la escena de un crimen, nos estacionamos frente a la casa, las cosas parecían no pintar nada bien.
-          ¿Por qué siempre salimos en tu auto? – me reí de la cara de desconcierto de Dominic, aun no entendía porque seguía preguntándome la misma cosa una y otra vez, no tenía sentido.
-          Porque mi auto es más funcional…
-          Si claro…
-          Y tiene más estilo – se carcajeo de lo lindo, negué divertida… avanzamos por la acera mas allá de la cinta amarilla, serios después de la pequeña broma, era hora de trabajar.
La escena era dantesca, me estremecí ante tanta sangre ¡maldición! ¿Por qué las personas tenían que ser tan extrañas? Aun no entendía a los seres humanos y tal vez jamás lo haría.
Nos movimos por la casa mientras los forenses y criminalistas hacían lo suyo, era difícil a pesar de que ya debería estar acostumbrada, una vida siempre era preciosa y por más que lo intentara no podía evitar sentirme mal por todo esto, mas aun cuando la víctima era tan joven y llena de vida. Ser detective de homicidios a veces simplemente apesta.
Cuarenta y dos puñaladas mostraban un nivel de ensañamiento escalofriante, por no decir que todo el ataque era demasiado personal para pasar por alto a las personas más cercanas a ella. Me moví con lentitud por la cocina mirando cuidadosamente todo a mí alrededor, volví a la sala de estar justo cuando los forenses sacaban el cuerpo ya metido en la bolsa negra.
Haciéndole señas a mi flamante compañero quien asintió una vez en mi dirección, subí las escaleras con lentitud a la segunda planta recorriendo el pasillo hasta la habitación, todo estaba desordenado y había claros signos de lucha, la investigación claramente arrojaría que esta chica había hecho lo imposible por salvar su vida.
Por el rabillo del ojo capte el movimiento en la ventana y me detuve, obligándome a relajar mis hombros, camine como si no lo hubiera notado y moví más cerca del closet aprovechándome de que este estaba cerca de la ventana, podía ver el brillo del lente de la cámara.
Acaricie la culata de mi arma antes sacarla y ponerla frente a su cámara, me miro estupefacto por un segundo, completamente rígido, yo también lo estaba pero era debido al hecho de moverme tan rápido para no dejarlo escapar.
-          Quiero que dejes la cámara y te muevas muy lentamente – me miro con enormes ojos azules antes de soltar la cámara y correr escaleras abajo, guarde mi arma de nuevo en su funda – ¡Demonios! ¡Dominic!
Salte por la ventana abierta, corriendo escaleras abajo, el ruido de mis pisadas contra el metal de las escaleras era escandaloso y molesto, salte por la baranda evitando el último tramo de escaleras aterrizando en la acera y mi tobillo dolió como nunca.
-          ¡Joder! – no me detuve a pensar en el dolor y solo corrí tras él, escuche claramente a Dominic llamarme a voz de grito pero no me detuve.
¡Maldición!
Lo alcance no muy lejos de la casa, lo jale por la chaqueta haciéndolo caer, se levanto tambaleante así que me afiance con fuerza sobre el suelo en mi pierna izquierda y aseste una patada en su rostro que lo dejo caer al suelo como un fardo, el fuerte crack me hizo sonreír.
-          ¡Perra! Rompiste mi nariz…
-          Te dije que te movieras lentamente
-          ¡Maldición! Corres rápido mujer…
-          Bueno, aquí nuestro amigo quiso pasarse de listo – llegaron dos agentes, lo esposaron y se lo llevaron, afinque mi pie derecho y mordí mi labio con fuerza al sentir el latigazo de dolor en mi tobillo ¡Dios! Parecía que estaba fracturado.
Cojee de regreso hasta la casa y terminamos lo que estábamos haciendo antes de regresar a la estación, la cámara del fugitivo estaba llena de fotos de la escena del crimen e incluso del cuerpo de la víctima, aun no sabían cómo pero se había colado en nuestra escena y eso no era nada bueno.
En cuanto estuve en mi oficina, saque el pequeño botiquín de primeros auxilio que guardaba en el ultimo cajón de mi escritorio, me quite la bota derecha, con rapidez esparcí algo de relajante muscular en la zona que tanto me dolía y me puse una venda, no era la mejor manera de tratar con ello pero no tenía tiempo, volví a ponerme la bota justo en el momento en que Dominic entraba por la puerta, este sería un largo día.


*/*/*

Me hundí en la tina completamente, el agua estaba tibia relajando por completo mi cuerpo, seguía teniendo una venda en mi tobillo pero afortunadamente solo había sido un esguince, nada grave como una fractura o algo peor. El vapor envolvía todo el cuarto de baño, cerré los ojos y deje que mi cuerpo fuera a la deriva…

La bruma envolvía mis piernas y sin embargo la calidez embargaba mi piel mientras caminaba dentro del bosque, los arboles eran extremadamente verdes y todo estaba lleno de vida, podía escuchar los suaves arrullos, a los animales caminar por el bosque…
Podía sentir la humedad en mis pies, entonces pude notar que estaba descalza, un vestido blanco acariciaba suavemente mi piel, ondeando por la brisa que se filtraba entre los árboles. Me sentía en paz y por alguna extraña razón estaba segura de que este no era un sueño…
-          Allegra…
-          ¿Hola? – comencé a caminar entre los arboles intentando encontrar la voz que me llamaba, mi sentido común me gritaba que me detuviera pero mi cuerpo me parecía tener vida propia…
-          Allegra… – camine con algo más de prisa…
-          ¿Hola?
Por fin salí del intrincado bosque, el claro que me recibió estaba coronado por enormes arboles que formaban una bóveda natural por donde se filtraban rayos solares que iluminaban y creaban contrastes preciosos en el claro.
-          Allegra…
Mi mirada se poso sobre la figura frente a mí, a ocho metros de distancia estaba la mujer más hermosa que yo hubiera visto jamás, rubia, de largos cabellos que danzaban a su alrededor así como el vestido que llevaba, blanco inmaculado, la naturaleza parecía danzar a su alrededor complacida.
-          ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?
-          Quien soy es algo que descubrirás muy pronto, lo que quiero de ti también lo sabrás antes de lo que piensas pequeña…
-          Pero…
-          Todo a su debido tiempo pequeña mía, se acerca el momento…
-          Yo…
-          Nos veremos pronto Allegra…
La bruma se hizo espesa a mi alrededor mientras veía claramente como la figura desaparecía ante mis ojos, me sentí soñolienta y muy débil, todo pareció intensificarse hasta que simplemente no pude mantenerme consiente…

Abrí mis ojos lentamente, parpadeando mientras intentaba enfocarme, aun estaba dentro de la tina en el baño, el agua se había enfriado y el vapor había desaparecido por completo… la sensación de alerta no abandonaba mi estomago, al contrario parecía haberse intensificado, bien, solo había sido un sueño, estaba completamente segura de ello, no sería la primera vez que me sucediera.
Ahora que lo recordaba había tenido este sueño unas cuatro veces en mi vida desde que podía recordar, deje escapar un profundo suspiro, aunque esta vez sus palabras habían sido diferentes…
Se acerca el momento…
¿Qué quiere decir con ello? Puse los ojos en blanco ¿Por qué le dedicaba más de un pensamiento a esto? Hacía ya bastante tiempo que no me sucedía, desde niña este sueño me había perseguido como un constante recordatorio de algo, sentía que era importante, que no debía olvidarlo… pero ahora estaba comenzando a creer que me estaba volviendo loca.
-          Estoy volviéndome loca – aclare mi garganta algo reseca, salí de la bañera y me envolví en una toalla rápidamente en un intento vano por mantener el calor.
Aun me quedaba el domingo de descanso antes de unirme de nuevo al trabajo, camine con lentitud hasta mi habitación y me puse la pijama antes de volver al baño y lavar mis dientes  <<  Bueno, por lo menos ya no cojeo  >>  mi mirada se concentro en el espejo por un momento estudiando mi rostro, no podía sacar de mi mente el constante pensamiento de que todas estas sensaciones no eran simplemente paranoia de mi parte, y ese sueño había sido lo bastante extraño como para ponerme inquieta nuevamente.
Me metí bajo las sabanas acurrucándome en mi suave y reconfortable cama, me sentía cansada y muy, muy soñolienta… cerré los ojos y me deje llevar en los brazos de Morfeo.
-          Nos veremos pronto Allegra…


*/*/*

El sonido incesante de la puerta me saco del trance en el que estaba, solté la tostada a medio comer sobre el plato y me encamine hacia la puerta de entrada ¿Quién rayos molestaría un domingo en la mañana? Alcance la puerta justo cuando una nueva oleada de golpes caía sobe la madera, gruñí, esperaba que enserio fuera importante.
No era como si yo conociera a alguien más fuera de mis compañeros de trabajo, solo tenía ocho meses en la ciudad y aun me estaba adaptando así que no había hecho amigos fuera del trabajo en toda regla.
 Abrí la puerta de un tirón y no pude evitar la mueca de sorpresa en mi rostro al verlo parado en el umbral de mi puerta con esa extraña expresión de resignación y ansiedad en el rostro, fruncí el seño confundida una vez que la sorpresa inicial había pasado por completo ¿Qué hacia Paul bastardo Anderson en mi puerta?
-          ¿Qué haces aquí? – sus intensos ojos negros me miraron fijamente, me sentí sobrecogida ante su mirada y no pude evitar removerme incomoda en mi lugar, sobre todo cuando repare en cómo estaba vestida, unos holgados pantalones de yoga negros y una camiseta blanca junto con mis convers, no era precisamente las fachas que quieres tener cuando tu jefe te visita y mucho menos aun cuando ese jefe es extremadamente sexy y te hace tener ciertos sueños húmedos ¡Jesús! Sentía la piel de mi cuello y mejillas calientes y sabía que era a causa del sonrojo – estoy esperando.
-          Bien, quería hablar contigo – se rasco la nuca nervioso de una manera tan condenadamente tierna que no pude evitar mirarlo con suma atención ¿Qué estaba mal conmigo? El hombre había sido un completo bastardo conmigo durante ocho meses de mierda y ahora estaba en mi puerta con esa cara de idiota acongojado y yo simplemente lo dejaba hablar ¿Por qué razón no le tiraba la puerta en la cara? Que se fuera a la mierda, no es como si le debiera algo fuera del trabajo, con algo de determinación me moví para cerrar la puerta pero su manaza me lo impidió – por favor…
-          De acuerdo – suspire con fastidio  <<  Débil, débil, débil >>  ¿Qué diría mi padre si me viera hacerle las cosas tan fáciles? Bien, tal vez fue el por favor casi lastimero…
Cerré la puerta y me apoye en ella mientras lo estudiaba con detenimiento, el hacía lo mismo con mi sala de estar, Paul era un hombre extremadamente atractivo, de unos seis pies y tres pulgadas de altura y unos 127 kilos, piel ligeramente oliva, ojos negros, de rostro fuerte y anguloso, con un cuerpo atlético maravilloso, si, el sujeto era todo un manjar con piernas  <<  no es que yo lo hubiera estudiado con demasiada intensidad, casi rayando en el acoso  >>  suspire, era una lástima que fuera tan imbécil.
Paso sus dedos por ese sedoso cabello y no pude evitar cerrar mis manos en puños, clavándome las uñas en mis palmas que picaban por ser yo quien lo hiciera, hundir mis manos en ellos ¡Dios! estaba mal, muy mal.
-          Bien, soy toda oídos – señalo la estancia con mis preciosos muebles color beige, asentí lentamente y se sentó mientras yo hacía lo mismo frente a él, no había notado que su cazadora se veía algo abultada, me encogí de hombros, no era mi problema, lo observe con verdadera curiosidad mientras el parecía meditar seriamente lo que quería decirme, fuera lo que fuera parecía bastante serio.
-          Quiero disculparme…
-          De acuerdo…
-          Por favor déjame terminar, sé que no he sido precisamente el mejor jefe del mundo…
-          Has sido un bastardo por supuesto…
-          Si, por supuesto… – me dio una sonrisa afectada, mordí mi labio inferior con fuerza en un intento por evitar devolverle el gesto, mientras esperaba a que continuara ¿Acaso estaba enamorada de mi jefe? Ocho meses haciéndome la vida imposible, el trabajo más difícil y ahora resulta que puedo estar enamorada del sujeto   <<  ¿Qué tan raro es eso?  >>  Entrelace las manos sobre mi regazo en un inútil intento por mantenerme serena, estaba segura como el infierno de que eran mariposas lo que sentía en mi estomago justo ahora.
-          Yo… no debí pagar mis frustraciones contigo, no tienes la culpa de mis problemas existenciales…
-          No he podido entender, porque pareces odiarme tanto…
-          No es que te odie, solo estaba un tanto impactado por…
Tu y el jefe solo tienen una enorme tensión sexual, deberías aliviarla cariño…
¡Joder! ¿Por qué estaba pensando en las estupideces que dice Dominic?
-          Entiendo… – me había perdido gran parte de su disculpa, era algo que él no tenía porque saber, abrió su chaqueta y extrajo una carpeta marrón, bueno, ahora sabia porque su chaqueta se veía tan abultada, tenía una bonita franela gris que se adhería a su piel de una manera deliciosa  <<  Concéntrate  >>   enfoque la mirada en la carpeta porque definitivamente era algo seguro, fruncí el seño confundida, conocía la carpeta después de todo trabajábamos a diario con ellas.
-          Quiero que le eches un vistazo – abrí la carpeta y no pude evitar jadear de la impresión al leer el contenido…
¡Dios! Tenía un jodido acosador, fotos tras fotos y todo un informe sobre el sujeto que se había colado en nuestra escena del crimen, lo enviaron a seguirme pero decidió que ya que estaba allí bien podría obtener algo con las fotos inéditas y más al enterarse del nombre de nuestra víctima.
Retorcido y enfermo ¡Jesús! Mi estomago se revolvió al instante, habían fotografías incluso de cuando corría por el parque central o las que había tomado cuando me sentaba en la ventana de mi habitación a leer cada vez que podía, escalofriante, sin perder tiempo corrí hacia la papelera más cercana, la de la cocina y vacié mi estomago.
Sus manos tomaron mi cabello evitando que lo ensuciara, había olvidado que lo tenía suelto, mi estomago se sacudió cuando mi espalda se arqueo con una nueva arcada, veíamos esto todos los días en el trabajo pero jamás pensé que me sucedería a mí, alguien estaba vigilándome…
-          Gracias – mi voz fue apenas un murmullo entrecortado, me levante del suelo y enjuague mi boca en el fregadero, moje mi rostro unas tres veces antes de poder calmarme un poco.
-          Lamento haberlo ocultado por tanto tiempo – me gire bruscamente para enfrentarlo, levante una ceja cuestionándolo – recibimos algunas cartas un tanto extrañas dirigidas a ti, luego comenzaron las llamadas y finalmente…
-          ¿Hace cuanto?
-          Un mes más o menos…
-          Y hasta ahora me lo dices, hay un jodido enfermo acechándome y no te pareció importante decírmelo… sí que me odias…
-          Muchos de nosotros hemos recibido este tipo de amenazas, no pensamos que sería algo a tomar enserio…
-          Claro…
-          Sabes cuantos locos hay en nueva york, cientos…
-          Esto es increíble, quiero que te vayas… – salí de la cocina como un bólido y con tan mala suerte que golpee mi dedo meñique con el marco de la puerta – ¡Joder!
Estaba furiosa ¿Con que derecho me ocultaban algo tan importante? Entre a mi habitación y fui directamente al baño, tenía un asqueroso sabor acido en mi lengua, me cepille casi con violencia y volví a lavarme el rostro casi con desesperación.
No era suficiente, me sentí sucia, ultrajada, violada en una forma escalofriante, el agua en mis brazos y cuello no ayudo en nada así que me quite la ropa con rapidez y me metí bajo la ducha, restregando mi piel, intentando sacar el sucio de ella aunque sabía que por ahora no había llegado a más…
Me enrolle en una toalla y salí del baño un poco más tranquila, mi mente un solo un poco mas despejada, necesitaba saber que era lo que estaba pasando y quién demonios me estaba acosando, me puse ropa interior limpia y una enorme sudadera vieja de mi padre que me llegaba a las rodillas, peine mi cabello y baje de nuevo dispuesta a prepararme cualquier cosa que relajara mis nervios.
-          Un te servirá – bueno por lo menos todo esto había servido para limar algo de asperezas con Paul, aunque no era como si fuera a perdonar el que me ocultara algo tan serio y no importaba que tan lindo fuera o las mariposas en mi estomago.
Me detuve en seco al verlo aun en mi sala, sentado en mi sofá con el rostro hundido en sus manos pareciendo miserable, juraba que se había marchado después de que se lo escupí casi en el rostro, me cruce de brazos en un intento inconsciente por protegerme, sabia lo débil que podía volverme cuando él estaba así como ahora con la guardia baja…
-          Creí haber sido muy clara, quiero que te vayas…
-          Lo siento de acuerdo, nadie más que yo siente que todo haya llegado hasta este punto… el jefe quien resulta ser también mi padre ya me dio el mayor sermón de mi vida, me siento culpable ¡Maldición! No pensé…
-          Exacto, no pensaste… entiendo que me odies, tal vez por alguna clase de filosofía de “todas las mujeres son como mi ex esposa” o alguna otra mierda auto protectora… lo que no acepto es que ocultaras algo tan serio que me atañe a mi directamente, que me afecta tan duramente y pone en riesgo mi vida…
-          ¡Quería protegerte! – mis ojos se abrieron como platos, mi corazón se acelero de tal modo que lo podía sentir en mi garganta – solo quiero que estés a salvo…
-          Pero…
-          Se supone que hay una política dentro del departamento, soy tu supervisor inmediato y créeme no se vería nada bien que anduviera detrás de una subordinada… por eso mantenía las distancias…
-          ¿Por eso te portabas como un bastardo?
-          Yo…
-          Sabes lo infantil que es eso, me comporto como un imbécil porque me gustas, eso es tan estúpido ¿en qué demonios estabas pensando? ¡Jesús! ¿Por lo menos estabas pensando? Has sido un pendejo todo este tiempo y ahora me dices que te gusto, permíteme dudarlo…
-          Allegra… yo…
-          Es mejor que te vayas Paul, quisiera que me dieras la oportunidad de investigar a fondo quien esta acechándome…
-          Bien, Alle…
-          Vete por favor…
Desaparecí dentro de la cocina y mientras ponía el agua sobre la cocina para preparar el te escuche como se cerraba la puerta del frente. Tal vez me estaba comportando como una tonta pero justo ahora no quería ser comprensiva, el había hecho de mi vida un infierno solo porque no tenía los pantalones suficientes para decirme que le atraía ¿Qué edad tenia? ¿Quince?
Tal vez luego me arrepentiría de echarlo de mi vida pero justo ahora estaba demasiado dolida como para darle una oportunidad, por su estupidez de macho alfa yo había terminado con un acechador furioso y escalofriante ¿Cómo podía siquiera pensar que yo podría creerle cualquier cosa justo ahora?
Respire profundamente, por ahora tenía cosas más importantes en las que concéntrame, mis extraños sueños y esta sensación tan apremiante de que algo estaba por suceder, algo iba a cambiar y no estaba segura de que exactamente, el adaptarme a mi nueva vida en la ciudad, la lucha contra los sentimientos que tenia por Paul y ahora para completar el cuadro, un acosador.
Tenía mi plato lleno, pero también tenía claras mis prioridades y justo ahora definir lo que sea que Paul y yo tuviéramos no era precisamente necesario, un hombre que tuviera tan serios problemas con el género femenino después de un divorcio no era precisamente la mejor compañía, sobre todo cuando este parecía estar más confundido que yo.
Estoy en la dimensión desconocida…

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